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¡Bravo Lula en tu condenasin matices al genocidiode Netanyahu contrael pueblo palestino!

C

omo proponía en mí entrega anterior, las nuevas relaciones internacionales –y en esto me acerco a la teoría realista de Mearsheimer– no se basan en reglas donde todos ganan, o donde uno gana y los demás pierden, sino donde todos pierden y la lógica es calcular quién pierde más.

Para avanzar en esa dirección en esta entrega reflexiono sobre el nuevo tipo de capitalismo de Estado. Las notas que siguen condensan las ideas contenidas en Ilias Alami y Adam Dixon, The Spectre of State Capitalism, Oxford University Press, 2024; y en una entrevista que dio Ilias Alami a la publicación Le Grand Continent, mayo 23 de 2025.

Propiedad estatal. Desde 2000 se asiste a un fuerte retorno. Los fondos soberanos son sin duda lo más visible. Estos fondos de inversión propiedad de los Estados se han convertido en actores importantes en los mercados financieros mundiales. Se estima que hay un total de 179, casi siete veces más que hace 20 años. Los activos que controlan han pasado de menos de un billón de dólares en 2000 a más de 12.4 billones en 2024.

Empresas. Las empresas estatales también han experimentado un cierto renacimiento. Han ganado influencia en la economía mundial, en sectores tan diversos como el transporte, la ingeniería, la construcción, la minería, la agroquímica, los servicios públicos, las telecomunicaciones, la industria, los semiconductores, la metalúrgica y la industria aeroespacial. A menudo se caracterizan por estructuras de propiedad híbridas, que combinan accionistas privados y propiedad estatal parcial.

El Fondo Monetario Internacional estima que las empresas estatales representan hoy en día 20 por ciento de las 2000 empresas más grandes del mundo, es decir, el doble que hace 20 años. Por último, se ha producido una proliferación de fondos estatales de capital de riesgo, bancos públicos y bancos de desarrollo, tanto en los países ricos como en los del sur. Según una estimación reciente, en la actualidad existen más de 900 bancos públicos en todo el mundo, que controlan más de 49 billones de dólares en activos.

Los impulsos. Hay múltiples razones por las cuales se da este crecimiento vertiginoso del nuevo capitalismo de Estado. Para Alami hay cinco razones básicas, entre ellas la carrera por el liderazgo tecnológico y la competencia por atraer capital internacional. En este ámbito debe señalarse que tanto en los países ricos como en los del sur la creación de territorios competitivos y su inserción en esta nueva configuración geográfica del capitalismo mundial se ha convertido en una prioridad estratégica.

Sobrecapacidad. Hay un tercer tipo de factores relacionados con el exceso de capacidad industrial crónico y la desaceleración del crecimiento económico mundial, especialmente después de 2010. Se ha generado un fenómeno de sobreproducción industrial y hay dificultades para absorber lo producido en una amplia gama de sectores, que van desde la extracción hasta la industria pesada, pasando por la industria manufacturera y los paneles solares.

La geopolítica. Las transformaciones de la estructura geográfica de la economía mundial han dado lugar a una nueva multipolaridad del poder y de la actividad económica. Este contexto ha sido propicio para el desarrollo de formas virulentas de nacionalismo económico, que articulan el interés económico con la seguridad nacional y adoptan una retórica donde los competidores económicos son amenazas para la soberanía de la nación. Este renovado nacionalismo económico no duda en movilizar la propiedad estatal para establecer un control político sobre sectores estratégicos. Tampoco duda en aplicar medidas de sanciones comerciales.

En mi siguiente entrega reviso las guerras que se están dando en el mundo, aquellas promovidas por la estrategia de aranceles del presidente Donald Trump y las guerras calientes en Ucrania, Palestina y Sudán, sólo por mencionar algunas, en el contexto del nuevo capitalismo de Estado.