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Desde otras ciudades

El campanario de Brujas, testigo y centinela medieval en Bélgica

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▲ El campanario, en Brujas, una ciudad sacada de los cuentos de hadas que a pesar de recibir millones de visitantes conserva la calidez de sus habitantes.Foto Alia Lira Hartmann
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a pequeña ciudad de Brujas, Brügge en neerlandés, es considerada una auténtica joya medieval en Bélgica. Apenas tiene 120 mil habitantes, pero la cifra de turistas alcanza 7 millones al año.

Caminar por sus calles empedradas da la impresión de que el tiempo se ha detenido. El recorrido en auto conlleva dificultades por lo angosto y sinuoso de muchas; sin embargo, la infraestructura para los visitantes es ejemplar con estacionamientos para disfrutar un viaje al pasado.

El casco antiguo está perfectamente conservado, la Plaza Central ( Grote Markt), es el centro de muchas actividades para visitantes y locales. Las construcciones alrededor son de un pintoresco estilo flamenco; carruajes las cruzan, hay innumerables cafés y negocios que garantizan una experiencia en todos los sentidos.

La plaza ha sido el centro neurálgico de la vida cívica y comercial de Brujas desde el siglo X. Fue testigo de ferias medievales, ejecuciones, rebeliones gremiales y mercados que dieron forma al comercio de Flandes, la región flamenca. Incluso cada miércoles se instala un mercado donde lugareños y turistas encuentran gran variedad de productos.

Dominando el lado sur se alza el imponente Belfort, la torre campanario, estructura gótica de 83 metros con más de 700 años que fue torre de vigilancia y depósito de tesoros. Es posible ascenderlo por una sinuosa escalera y la parte superior ofrece una vista espectacular, para lo cual hay que contar con suficiente condición física: son 366 escalones los que hay que dejar atrás.

A medida que se asciende por la escalera de caracol, el bullicio se desvanece. A la mitad se encuentra la antigua sala del tesoro y más arriba la del carillón, donde 47 campanas mecánicas aún interpretan melodías a determinadas horas del día para regocijo de los habitantes de Brujas y sus millones de visitantes.

El Belfort es uno de los monumentos más emblemáticos de Bélgica. Construido en el siglo XIII, comenzó como parte del mercado central y se convirtió en un símbolo del poder económico y político de Brujas. Era un puesto de vigilancia desde donde se preveían ataques enemigos, también se resguardaban los documentos más valiosos de la ciudad, en la denominada cámara del tesoro, que puede visitarse.

En el medioevo, fue también un símbolo de autonomía. La torre albergaba las campanas que anunciaban decisiones del gobierno local, la apertura de mercados y marcaban de alguna manera el ritmo los residentes. Se documenta que su presencia reforzó la independencia de Brujas frente a los señores feudales. Ha sufrido incendios que prácticamente lo destruyeron, volviendo a levantarse como un centinela.

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999, es mucho más que una atracción turística, es toda un vivencia que con su enorme reloj sigue marcando las horas de la ciudad y celebrando con sus campanas festividades locales desde hace siglos. Cada año, miles de visitantes suben sus escaleras y se detienen frente a su reloj monumental.

Alia Lira Hartmann