éxico es de los países que tienen más sitios culturales, naturales y mixtos catalogados por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Mundial. Abarcan vestigios arqueológicos, monumentos, ciudades, sitios naturales, al igual que los que atesoran tanto naturaleza como patrimonio cultural. También somos ricos en declaratorias de patrimonio inmaterial, como la comida mexicana, los Días de Muertos y diversas fiestas y tradiciones.
Muchas otras naciones poseen igualmente patrimonio valioso en esos ámbitos que han merecido reconocimientos, pero lo que no existe en ningún lugar del mundo más que en México son las chinampas.
Ese prodigio ecológico se utilizó en la cuenca de México posiblemente miles de años atrás. Algunas evidencias señalan que quizás hubo chinampas en Teotihuacan. Lo que sabemos de cierto es que las desarrollaron con gran éxito los xochimilcas, la primera de las tribus nahuas que arribaron en el siglo X a la cuenca de México.
Esas construcciones artificiales de varas, lodo y raíces del árbol llamado ahuejote tienen uno de los índices más altos de productividad agrícola del orbe. Pueden llegar a dar hasta cuatro cosechas al año, entre las que sobresalen las de hortalizas y flores.
Increíblemente, pese a la brutal desecación de los lagos que cubrían gran parte de la cuenca, en el sur de la Ciudad de México han sobrevivido cinco zonas chinamperas: Xochimilco, San Gregorio Atlapulco, San Luis Tlaxialtemalco, Tláhuac y Mixquic.
Ésta fue de las primeras declaratorias de Patrimonio de la Humanidad que le otorgaron a nuestro país, lo cual conlleva la obligación de preservarlas; sin embargo, padecen múltiples problemas, entre otros: desabasto de agua, contaminación e invasión de viviendas.
Señalamos que un factor esencial para desarrollar cualquier plan es conocer cuántas chinampas hay y en qué estado se encuentran. En este sentido, destacamos el trabajo notable que desde hace más de dos décadas lleva a cabo un grupo de investigadores del Departamento de Teoría y Análisis de la División de Ciencias y Artes para el Diseño en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
El doctor en arquitectura Alberto González Pozo, conocedor como pocos y comprometido hasta la médula con el proyecto, coordinó el trabajo excepcional de cinco investigadores y 23 colaboradores.
Con el apoyo de los chinamperos, catalogaron las mil 530 chinampas activas de San Gregorio Atlapulco y clasificaron las de las otras cuatro zonas chinamperas donde la densidad es menor.
Una auténtica hazaña ya que hay alrededor de 20 mil, o sea que el trabajo tiene que continuar por largo tiempo, pero lo importantes es que ya existe la metodología para la catalogación, que fue muy difícil de elaborar, ya que no existe ninguna semejante por la complejidad que guarda cada chinampa.
Hace unos días, en el Centro Cultural Jesús Reyes Heroles, en Coyoacán, presentamos la tercera edición del libro Las chinampas: Patrimonio Mundial de la Ciudad de México.
La obra presenta el fruto de la catalogación, la situación actual y hace propuestas estratégicas, tanto para la recuperación de las zonas chinamperas deterioradas como para la rehabilitación del patrimonio edificado en los poblados, del cual –en conjunto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia– también han realizado un registro.
Hay la novedad de un capítulo sobre la bioética de la zona. Es impresionante conocer la riqueza de la fauna y flora que conserva la Ciudad de México: mil 598 especies de plantas (nativas e introducidas), 517 de vertebrados, 96 endémicas del país y cuatro de la Ciudad de México. Un agasajo conocer algunas de las 355 aves, ya que el libro está profusamente ilustrado con fotografías, además de planos para quienes quieran meterse más a fondo.
Indudablemente, el salvamento de ese tesoro único del país merecería una política de Estado que desarrolle un esfuerzo serio y sostenido.
Para seguir soñando, nos cruzamos la calle a la preciosa plaza de Santa Catarina 4, al merendero Las Lupitas, para compartir un combinado especial que lleva tres burros, una chivichanga, frijoles y unas gorditas norteñas que son de harina, rellenas de papa con chorizo casero y de bajativo
, como dice mi amigo salvadoreño, un atole de canela.