Opinión
Ver día anteriorLunes 16 de junio de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Globalidad y localización
C

hina ocupa una posición preponderante en la estructura productiva y en el comercio internacional. Esta es una de las condiciones definitorias de las pautas de la evolución del proceso de la globalización y de las modalidades de su desenvolvimiento. Las medidas recientes que han alterado las corrientes del comercio internacional apuntan la atención hacia tales circunstancias.

Las principales exportaciones de China son las manufacturas y comprenden los productos eléctricos y electrónicos con 27 por ciento del total, la maquinaria de distinto tipo con 15 por ciento y los vehículos (excluyendo los ferrocarriles) con 5.7 por ciento. China es el mayor exportador del mundo, seguido de Estados Unidos y Alemania. Entre los productos que destacan en la exportación están los teléfonos, los circuitos integrados, las computadoras y los automóviles.

El crecimiento de las exportaciones entre marzo de 2024 y el mismo mes de 2025 lo marcan aquellas destinadas a Estados Unidos con 43 por ciento del aumento total. Ese país absorbe 22 por ciento de las exportaciones chinas de productos electrónicos, 19 por ciento de los enseres para el hogar y 17 por ciento en el caso de instrumentos ópticos y médicos. En términos agregados, en 2024 el comercio total de bienes de Estados Unidos con China se estima en 582 mil millones de dólares, con un déficit del primero del orden de 295 mil millones y que fue superior en casi 6 por ciento al registrado en 2023.

En términos generales, se advierte el origen de las medidas proteccionistas mediante tarifas que Estados Unidos está aplicando a los productos fabricados en China. La evolución de las medidas tarifarias en el comercio, principalmente con China (y con otros países también), constituye un aspecto relevante de las condiciones del intercambio comercial a escala global. Estas medidas proteccionistas repercuten en el funcionamiento de las cadenas de producción, en la estructura de los costos y en las decisiones de un amplio conjunto de empresas, entre ellas las grandes corporaciones de distintos sectores (entre ellas la electrónica y la automotriz).

Una cuestión vinculada con la estructura de las corrientes comerciales y los instrumentos para incidir en ellas es el relativo al impacto en el empleo en las manufacturas. En este caso, el argumento ha sido la pérdida de empleo en ese sector y las consiguientes repercusiones adversas para las comunidades donde se asentaba la producción.

El asunto tiene algunos rasgos significativos. Un documento del Banco de la Reserva Federal publicado el mes pasado indica que en el periodo entre 1940 y 2025 el nivel máximo de empleo manufacturero en Estados Unidos se alcanzó en julio de 1979, con 19.5 millones de personas; desde entonces la tendencia ha sido consistentemente a la baja y en mayo de este año el registro fue de 12.7 millones. En cuanto al déficit comercial manufacturero, éste comenzó a registrarse en 1980 y se asocia con cuestiones como los cambios regionales que afectaron industrias como las del acero en el llamado Rust Belt, la declinación de las industrias manufactureras tradicionales, la globalización y la mayor competencia externa, a lo que se sumó la expansión del llamado offshoring. La tendencia creciente del déficit con China se aceleró hacia el inicio de la década de 2000, hasta llegar al nivel actual, que ha desatado la pugna comercial en curso.

Hay una discusión académica acerca del comportamiento de la producción y del empleo en las manufacturas y su localización que ofrece elementos relevantes, entre los que destaca el papel del diferencial de los salarios y del desempeño de la productividad. Todo esto es relevante en la conformación de las cadenas de producción, elemento sobresaliente de la estructura actual del comercio internacional.

Visto el fenómeno desde otra perspectiva, se orienta al modo y el contenido de la producción fabril en esta etapa del desarrollo económico. La revista The Economist publicó un provocador artículo en su edición del 10 de junio pasado con el título: El trabajo en las fábricas está sobrevalorado, centrado en las condiciones prevalecientes en Estados Unidos. El problema, se argumenta, es que aun cuando retornen las industrias los antiguos trabajos no lo harán. Las manufacturas producen más que antes, pero con menos manos. Señala que menos de 4 por ciento de los trabajadores en ese país trabajan en fábricas, mismo fenómeno que se da en Alemania, Japón o Corea del Sur que, incluso, mantienen excedentes comerciales en ese sector. La automatización aumenta el producto por trabajador, los ingresos se incrementan y con ello el gasto de consumo se desvía de los bienes hacia los servicios, mientras la producción intensiva en trabajo se desplaza a otros lugares.

El fenómeno y algunas de sus características particulares puede ilustrarse con el caso de Apple, empresa sobre la cual hoy se ejerce una fuerte presión para que relocalice en Estados Unidos la producción del iPhone, que es su principal producto. El iPhone se produce por completo en China, en un proceso que se inició en 2001, el mismo año en que China entró en la Organización Mundial de Comercio. Desde entonces se ha ido profundizando, al generar una compleja y esencial cadena de producción de este teléfono y su amplia rentabilidad. Las condiciones de este mercado y de su asentamiento en China, del modo en el que opera, sus vínculos con el gobierno central y los gobiernos regionales han llevado a formular una expresión que define claramente la situación y se centra en el título de un libro: Apple en China: la captura de la mayor empresa del mundo, escrito por Patrick McGee. El asunto apunta en general al enorme entramado laboral, productivo y político que ha creado Apple en China y que hace prácticamente imposible su desvinculación de ese país. El tema es controvertido, pero de un interés especial por las condiciones económicas, productivas y también políticas de la globalización y sus aspectos particulares, sean éstos económicos o políticos.