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En México falta conocer la historia de la alfarería para valorarla

Marcela Calderón, de Patamban, Michoacán, da clases en La Esmeralda // Aquí prefieren enseñar técnicas de Japón y España, lamenta la ceramista

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▲ Algunas de las piezas elaboradas por la artesana Marcela Calderón Bony.Foto Cristhian A. Espinosa
Periódico La Jornada
Martes 17 de junio de 2025, p. 4

La alfarería en México es un arte popular con mucha tradición; sin embargo, para las comunidades, competir con las grandes industrias es imposible: a veces el mercado te pide que produzcas rápido y la reproducción en serie masiva para un alfarero es algo muy complicado; en varias regiones del país los ritmos de producción se relacionan con el temporal, explicó Marcela Calderón Bony, ceramista de Patamban, Michoacán.

La alfarera contemporánea, quien aprendió su técnica en un taller tradicional de barro, narró que tuvo sus primeros acercamientos al oficio a partir de la observación, y que pese a las adversidades sociales que existen en la meseta purépecha, los artesanos de esa región continúan ejerciendo su labor en un contexto económico no favorable.

En entrevista con La Jornada, Marcela Calderón Bony, quien da clases de cerámica en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, comentó que “México es infinitamente rico en alfarería, pero hace falta que se conozca más su historia para valorar el oficio, que la gente se acerque a conocer por qué es importante aprender su cultura.

Es fundamental que este arte popular se aprecie más en el país, ya que muchas comunidades han guardado y transmitido estos conocimientos desde hace años. Es un oficio que se hereda, como yo, que aprendí por imitación desde cómo se toma la piedra y cómo se hace la tortilla de barro hasta cómo se amasa, recalcó.

Los alfareros de México no sólo muestran el arte popular de una región: también transmiten emociones e historia a través de objetos que nacen por la tierra y el agua, caracterizan su talento y sensibilidad en el barro que dio desarrollo a cientos de culturas que se distinguen con variedades de técnicas.

Además de ser docente, Calderón Bony produce sus piezas cerámicas en Taller36, fundado en 2013 en la Ciudad de México, con las técnicas tradicionales que aprendió en la cooperativa de alta temperatura de sus padres, Ricardo Calderón y Catalina Bony, en Michoacán, quienes siguen creando cántaros, ensaladeras, tazas y cazuelas, entre otras piezas.

“Las innovaciones tecnológicas sustituyen la loza de las familias de estas regiones. En el pueblo se ha cambiado el barro por el aluminio, el peltre y el plástico, y antes se hacían los objetos que utilizaba todo el pueblo para comer, por eso su labor era muy importante.

En las escuelas de cerámica de la Ciudad de México les enseñan a hacer alfarería como en Japón o en España; no les instruyen a mover las manos como hacen las alfareras del país. En cambio, a mis alumnos les enseño cómo se elabora en México, cómo se elabora en Patamban, concluyó Calderón Bony.

Cristhian A. Espinosa